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¿Cómo funciona tu lengua al beber vino?

El vino es más que una simple bebida; es una experiencia para deleitar los sentidos. Más allá de girar la copa y apreciar su aroma, es esencial permitir que el vino bañe el paladar para capturar todas sus sutilezas. Este ritual tiene un propósito: maximizar el disfrute de este elixir milenario.

Al dejar que el vino recorra nuestra boca, debemos masticarlo delicadamente, permitiendo que se deslice por el paladar para percibir sus características: su cuerpo, consistencia y suavidad.

Mientras el vino aún reposa en la boca, podemos realizar una boquilla, succionando aire para evaporar el alcohol y apreciar plenamente sus aromas.

Después de tragar, experimentamos un regusto amargo en la parte posterior de la lengua, acompañado de un cálido rastro provocado por el alcohol que desciende hacia el estómago.

Es evidente que el momento en que el vino entra en contacto con nuestra lengua es crucial para disfrutar plenamente de esta bebida.

Explorando Nuestras Papilas Gustativas

¿Sabías que cada sabor se percibe en diferentes regiones de la lengua? ¡Esa creencia es incorrecta! Aunque ciertas áreas pueden ser más sensibles a ciertos sabores, toda la lengua, así como el paladar, las paredes de la boca e incluso la epiglotis y la faringe, son capaces de detectar todos los matices de sabor.

Es esencial comprender que nuestra lengua es capaz de distinguir más que simplemente dulce, salado, ácido y amargo. En la actualidad, se reconocen también el umami y el sabor acuoso.

La saliva desempeña un papel fundamental en nuestra capacidad para percibir estos sabores, ya que su cantidad y composición varían de persona a persona.

La complejidad de nuestras papilas gustativas es lo que hace que el sabor de un vino sea tan fascinante.

Recuerda que el sabor es una experiencia sensorial que involucra toda la boca, formada por la percepción gustativa, olfativa y táctil, lo que se conoce como sensibilidad oral.

Mapa Simplificado del Sabor del Vino en la Boca

De manera simplificada, la punta y la base de la lengua nos permiten discernir si un vino es seco, semiseco o dulce. Los vinos más dulces se perciben mejor en la punta de la lengua, mientras que los más secos se sienten en la región más profunda.

Los costados y el techo de la boca, así como las mejillas, revelan la acidez de un vino, indicando si es excesivamente ácido, lo que suele indicar un vino en mal estado, o si carece de acidez, lo que resulta en una bebida pesada y poco interesante.

La superficie de la lengua es donde se detectan los taninos, que determinan la astringencia del vino. Esta sensación puede describirse como la sensación de "atar la boca", similar a la experiencia al comer un plátano verde. Los taninos más intensos producen esta sensación con mayor fuerza.

Consulta también: Cinco consejos para una degustación especial

Explorando los Sabores del Vino

Una forma común de degustar el vino es dividir la experiencia en tres etapas: "entrada", "mitad de boca" y "final de boca".

La "entrada" implica experimentar el impacto inicial, que es una combinación de dulzura o suavidad, determinada por el alcohol y el azúcar, junto con la acidez y el amargor, representados por los taninos.

Al dejar que el vino circule por la boca, podemos sentir su textura en la "mitad de boca". Es aquí donde evaluamos la calidad de los taninos, la suavidad, el cuerpo, la intensidad, la acidez, el equilibrio y la calidad general del vino.

En la "final de boca", al tragar el vino, evaluamos su finalización: si deja una sensación agradable, su persistencia en el paladar, posibles notas amargas y otros matices. Después de la deglución, percibimos el calor provocado por el alcohol y nuevos aromas.

En la boca no solo se aprecia el sabor, sino también la textura y el aroma del vino.

La textura se refiere a aspectos como la consistencia, la aspereza, la fluidez, la pungencia, la temperatura y la presencia de taninos del vino.

El aroma en la boca difiere del aroma nasal, ya que la saliva calienta y potencia la evaporación, intensificando los aromas. Para apreciar mejor este aroma, es recomendable permitir que entre un poco de aire en la boca.

Ahora que comprendes la complejidad de la química que ocurre en tu boca al disfrutar del vino, ¿qué tal si seleccionas tu próxima botella con detenimiento y analizas todo el proceso con atención?


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